Sebastià Ramis nació en la capital de Mallorca en 1947. Es un pintor y grabador. La pintura de Sebastià Ramis (Palma de Mallorca, 1947) tiene un marcado carácter hedonista, porque en sus formas de expresión todo tiende a ensalzar la joie de vivre, la felicidad como estado en el que permanecen los humanos desde la cuna.
Ramis pinta paisajes, bodegones y figuras bañándose o jugando al voleibol, utilizando los pequeños formatos para desarrollar una temática lúdica en la que suceden los acontecimientos simplemente como una formulación del gozo del disfrute de la libertad de unos cuerpos desnudos que están tocados con sapiencia pictórica, sumergidos en la luz mediterránea con un dibujo seguro y una proyección sensible de la vida y sus más cotidianos argumentos, aunque planteados como algo desvaído, tenue, inasible, como si únicamente quisiera ofrecernos una parte de esa realidad sorprendida de manera natural.
Su obra es poderosa, lírica, siempre fiel a sus orígenes, las playas mediterráneas, las mujeres, Venecia, las ruinas de un mundo desaparecido y tan presente, inolvidable, fantasmal, indispensable.
Entre los pintores de su generación, Ramis es un maestro , tal vez único, manejando el pastel y los colores. Una reflexión cronológica de su obra quizá pudiese reconstruir el camino que va del albo esplendor de la mañana o el horizonte marino hasta la aparición lejana, más próxima, carnal, de los contornos de figuras tocadas por la gracia de las cosas amenazadas, la arquitectura veneciana, la silueta, el rostro o el cuerpo de las mujeres y algunas adolescentes en flor.
Su obra gráfica reproduce estos mismos criterios y bases: la confidencia de la niebla luminosa, la calidez y la libertad y, en definitiva, una elocuencia hecha de austeridad.